martes, 2 de marzo de 2010

Diez preguntas para mantener un relato bajo control



Cada escritor aborda el trabajo de escribir una novela de forma diferente. Algunos se lanzan escribir a una palabra tras otra, una frase tras otra, sin mirar atrás, y solo cuando han llegado al final se preocupan de revisar si han conseguido o no lo que esperaban. No permiten que ninguna consideración relativa a la técnica literaria se interponga en el camino de la emoción de escribir un libro. Una vez finalizado el primer borrador llega el momento de invertir mucho esfuerzo en el trabajo de reescritura. La idea es volcarse primero en la narración para  averiguar después qué es lo que no marcha. De esta forma se potencia la frescura y la creatividad frente a la pura técnica.

Hay, sin embargo, quienes opinan que este sistema supone una enorme pérdida de tiempo y que, además, puede desembocar en una catástrofe. El relato puede acabar escapándose de las manos, derivando hacia derroteros nada satisfactorios o muriendo por su propia inercia por la ausencia de motivaciones que dinamicen la trama. Estos escritores preferirán poder visualizar en su cabeza todo el desarrollo de la obra antes de comenzar a escribir una sola palabra. En este caso, el inconveniente reside en que el escritor puede encontrarse con algunas ideas estimulantes que surjan durante la escritura y que tengan difícil encaje en el desarrollo previsto, lo cual puede acarrear frustraciones y cierta tensión que acabe afectando seriamente a la novela.

Evidentemente cada escritor elige el método que más le conviene, pero en la mayoría de los casos la forma de trabajar será algo intermedio entre los dos extremos (aunque he leído descripciones de métodos de trabajo de escritores que podrían ajustarse perfectamente a la primera o a la segunda categoría).

Conviene por tanto tener un plan de vuelo preparado antes de ponerse en marcha, así como una serie de indicadores durante todo el camino que nos digan si avanzamos en la dirección correcta. Podremos por supuesto apartarnos del rumbo previsto, pero sin llegar a divagar tanto que obtengamos un relato deshilvanado en el que nada encaje.

Una excelente forma de calibrar nuestro dominio del relato en cada momento consiste en hacernos las diez preguntas que se exponen a continuación. Podemos planteárnoslas antes, después, o en cualquier momento a lo largo del proceso de escritura. Si podemos contestarlas todas, será un indicador de que poseemos un férreo control del relato. En el otro extremo, si no tenemos una respuesta clara, será señal de que no tenemos una idea precisa de cuál es la historia que estamos contando y lo que deseamos hacer con ella.

  1. En cincuenta palabras, ¿cuál es la idea básica de la historia?

  2. ¿Cuál es el objetivo de los personajes principales? (¿Qué es lo que desean?)

  3. ¿Cual es la motivación de los personajes princiaples? (¿Por qué lo desean?)

  4. ¿Qué o quién se interpone en el camino de los personajes principales?

  5. ¿Qué planes tienen los personajes para llevar a cabo su empeño?

  6. ¿Cuál es el principal conflicto en la historia?

  7. ¿Cómo es la naturaleza del cambio de los personajes principales a lo largo de la historia?

  8. ¿Cual es el detonante de la historia? ¿Dónde empieza?

  9. ¿Cómo se mantiene la tensión durante la historia?

  10. ¿Cómo van a abordar los personajes el climax del relato?


Personalmente, encuentro de inestimable ayuda estas preguntas a la hora de esbozar el argumento de la historia que deseo escribir. Es probable que en los momentos preliminares las respuestas no sea nítidas. A veces se trata simplemente de ideas difusas. Después, durante el desarrollo del relato suelo volver una y otra vez a hacerme estas preguntas para tratar de comprender si la historia avanza de modo satisfactorio. Por último, el relato o novela se acerca a su conclusión cuando todas y cada una de ellas obtiene una respuesta clara y carente de ambiguedad. Es la señal de que la novela está cerrada.

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