viernes, 12 de febrero de 2010

Símiles y Metáforas

[caption id="attachment_211" align="aligncenter" width="238" caption="León Tolstoi"][/caption]

Uno de los objetivos de cualquier narración es evocar mediante palabras algo que apele al sentido del color en el lector, o a su sentido del contorno, o del sonido, o del movimiento, o a cualquier otro sentido de la percepción, a fin de grabar en su mente una imagen ficticia que adquiera para él la misma viveza que un recuerdo personal. Para componer esas imágenes vívidas el escritor dispone de una amplia gama de recursos, desde un breve símil hasta una compleja y trabajada metáfora.

Veamos algunos ejemplos extraídos de la novela Ana Karénina (1877), de León Tolstoi, una de las grandes obras maestras de la literatura universal. Uno de los rasgos de inconmensurable genio del escritor ruso es la absoluta realidad de sus novelas, la sensación de que Tolstoi pone ante nuestros ojos un mundo real en todos sus detalles, un mundo de percepciones y sentimientos que nos atrapa desde el primer instante y con el que nos sentimos totalmente familiarizados. Para ello, Tolstoi recurre a comparar los hechos vividos por los personajes con situaciones con los que todos nosotros, en mayor o menor medida, nos sentimos identificados:

“Pero para Liovin era tan fácil de reconocer entre la multitud como un rosal silvestre entre ortigas. Ella parecía iluminarlo todo, parecía una sonrisa que hiciera refulgir todo en torno suyo. El lugar donde se encontraba Kitty se le apareció como un santuario... Bajó a la pista, evitando mirarla prolongadamente, como si se tratase del sol; pero, al igual que ocurre con el sol, la veía sin mirarla.”

Podemos observar la acumulación de metáforas. A base de estas comparaciones logra transmitirnos la sensación de que el joven enamorado no puede apartar la vista de la muchacha Kitty, quien absorbe toda su atención.

Otros ejemplos son los siguientes:

“Sentía que un sol invisible se le iba acercando”

“Como si el sol se ocultase tras unas nubes, su rostro perdió toda su dulzura”

“Kitty experimentaba una sensación parecida a la que siente un muchacho antes de una batalla”

“Y en el rostro de Vronski... [Kitty] veía aquella expresión que la había impresionado tanto, semejante a la de un perro inteligente cuando se siente culpable.”

“Pero inmediatamente, como si metiese los pies en unas zapatillas viejas, volvió a sumergirse en aquel mundo alegre y agradable en el que siempre había vivido”

León Tolstoi solía emplear un tipo de comparación particular en el que la primera parte de la fórmula es un estado de ánimo (se sentía como el que...) y la segunda parte el símil o metáfora. He aquí algunos ejemplos:

(Liovin pensando en la vida de casado.) “Constantemente experimentaba lo que experimenta un hombre al entrar en una barca después de haber admirado su marcha suave por el lago. Se daba cuenta de que no bastaba con estarse quieto, guardando el equilibrio; había que mantener también el rumbo sin un movimiento de descuido, se daba cuenta de que había agua debajo y había que remar, y que dolían las manos no acostumbradas a ello; y que lo único fácil había sido contemplarlo; pero que hacer todo eso, aunque fuese muy agradable, era muy difícil.”

La comparación empleada aquí nos da una idea de la extraordinaria capacidad de observación de Tolstoi. Cualquiera que haya montado en una barca comprenderá en el acto el sentimiento que trata de mostrarnos.

(Durante un enfado con su mujer). “Al principio se molestó, pero no tardó en comprender que ella no podía ofenderle, ya que constituía una parte de su propio ser. Durante aquel primer instante experimentó lo que un hombre que recibe un fuerte golpe por detrás y, al volverse irritado para buscar al agresor y vengarse, se convence de que se ha lastimado por descuido, que no tiene contra quién enfadarse y debe soportar y aliviar el dolor.”

“...aquella imagen divina de madame Stahl, que durante un mes entero (Kitty) había llevado en el alma, desapareció definitivamente, como desaparece la figura que forma un vestido tirado con descuido sobre una silla, en el momento en que nuestros ojos desentrañan la forma de sus pliegues.”

“Experimentaba (Karenin) una sensación semejante a la de una persona que con toda tranquilidad hubiese pasado por un puente sobre un precipicio y que viera de pronto que el puente estaba derruido y que allá abajo había un abismo.”

“No podía ir a ningún sitio sin encontrarse con el marido de Ana. Por lo menos, eso le parecía a Vronski, del mismo modo que al que le duele un dedo le parece que recibe en él todos los golpes, a propósito”

3 comentarios:

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